La mano que en la tuya
se tiende y atestigua
su estancia en el calor
despierto a su contacto,
es la única certeza
que tienes de que el mundo
que grita más allá
merece ser vivido.
Impide que levante
su vuelo sin que deje
recuerdo de su paso.
Néstor Hervás, Plasencia octubre 2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario